Hoy a la edad de 87 años y tras una larga y prolífica labor en la ciudad al frente de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), nos dejó definitivamente Manuel Rojas López, conocido por Manolo el ciego.
Nacido a finales de 1930 en La Cala del Moral, a los 9 años y por necesidad se arrima a las barcas, convirtiéndose en gardón de la mítica Llorona de los hermanos Montes. Con 12 ó 13 años embarca como uno más a razón de 15 céntimos el jornal y con 18 comienza la venta de cupones en la calle.
Matriculado en Magisterio, finalmente consigue ingresar en la ONCE teniendo distintas responsabilidades tanto a nivel nacional como provincial, jubilándose en 1995 al frente del Departamento de Servicios Sociales. Durante su vida profesional, entre otros, ha sido Jefe de Ventas, Vocal del Consejo de Previsión Social y Tesorero. Su vinculación con la ONCE lo fue durante 47 años.
Los que hemos tenido la oportunidad de tratarlo personalmente no podemos olvidar el carácter dicharachero y campechano por el que era conocido.
En el mes de febrero de 2014, con la presentación del nº 24 de Cuadernos del Rebalaje que bajo el título Memorias de un jabegote y del que Manolo fue autor, el caleño consiguió desbordarnos por su formidable conocimiento acerca de la barca.
Guiado en todo momento por su esposa María Caracuel (sus particulares ojos de barca) y pese a los muchos años desde su último embarque, fue describiendo de memoria toda las piezas, maniobras y pormenores que rodean al mundo del rebalaje.
Desde 1950 con el El Boquerón y la sardina de Málaga de Luis Bellón, nada se ha publicado en cuanto a precisión y detalle.
En relación a la importante aportación al mundo de la jábega por parte de Manuel Rojas López, según el catedrático de Lengua y Literatura, Ramón Crespo Ruano, su trabajo es un auténtico arsenal léxico jergal, una joya.
Y es que Manolo cuando hablaba de barcas en la barbería de Miguel de la Cala, su particular lugar de tertulias, se apagaba la radio consiguiendo que clientes en espera cerrasen periódicos y revistas, a la par que curiosos y extraños formaban un corro en derredor.
Para conocer su origen humilde, sirva recordar la magnífica entrevista que el periodista Alfonso Vázquez le hizo al caleño a sus entonces casi 84 años (ver La Opinión de Málaga de 13 de abril de 2014), cuando nuestro recordado Manolo se sinceraba y admitía que su vida ha sido una pelea continua contra un entorno con mucha miseria, mucho frío, necesidad y piojos y la herencia de su padre, un jabegote semiciego que dejó problemas visuales a seis de sus once hermanos, él incluido.
Con su fallecimiento el luto se ha instalado en el rebalaje.
Descanse en paz.
Texto: Pablo Portillo Stremple
Fotos: Felipe Foj